Cambio de Planes
Por Felipe Reisch
Borrón y cuenta nueva. Michael Vick no jugará por los Atlanta Falcons esta temporada, y quien sabe por cuantas más. No me centraré en los pormenores de su caso delictivo, sino más bien en la forma que responderá el suplente ante su ausencia. Como varios saben, los Falcons eran un equipo hecho a la medida de Vick. La versatilidad del mariscal de campo era probada al máximo en el esquema ofensivo de su escuadra, donde inclusive existían jugadas de corrida establecidas para él, toda una rareza para un quarterback de la NFL.
La espectacularidad de Vick, sobresaliente desde el punto de vista del juego común de un mariscal, donde carecer de movilidad y poseer un buen brazo son los "requisitos mínimos" para estar en la NFL, fue y seguirá siendo un arma de doble filo para cualquier equipo donde se encuentre.
Poseer la velocidad de un receptor y ser elusivo como un corredor ciertamente acaparará la atención de cualquier entrenador en busca de un quarterback completo. Pero hay que tener cuidado. Michael Vick, en los últimos años, ha estado fallando en la esencia de su puesto: la capacidad de hacer jugadas con el brazo, no con los pies. Es aquí donde entra la figura de Joey Harrington, quien tras la ausencia del icono deportivo de Atlanta, anda en una travesía en busca de su propia gloria.
En las manos de Joey
Tras cinco decepcionantes temporadas, cuatro con los Detroit Lions y la pasada con los Dolphins, la tercera selección general del Draft 2002, Joey Harrington, está listo para su más completo desafío. Ya no posee las excusas que tanto lo salvaron en el pasado, donde desde la típica "no tengo buenas armas ofensivas" hasta "no dispongo del apoyo del entrenador" eran utilizadas. No lo culpo, tenía razón en ambas. La gran oportunidad se le presentó tras conocer la problemática judicial que envolvía al hasta entonces mariscal titular Michael Vick. Su estatus se elevó de inmediato, y su rol secundario dentro de la ofensiva cambió para toda la temporada 2007, la campaña más importante de su carrera, justo al medio de ella, su sexto año como profesional.
Harrington, criticado por la vasta mayoría de los conocedores de la NFL y, apodado como "el señor inconsistencia", puede otorgarle a Atlanta lo que su ofensiva ha estado esperando hace años: un mariscal de bolsillo, o en otras palabras, "de esos que ganan campeonatos". Enfocar a cada jugador en su verdadero rol, sin utilizar excesivamente a los receptores para bloquear o a los corredores para distraer, como sucedía ante la presencia de Vick debido a sus improvisadas corridas, debiera ser el enfoque principal de la ofensiva.
Harrington posee buen brazo, decente movilidad y un mejor físico con respecto al verdadero prototipo de un mariscal de campo en comparación a Vick, quien sobre zancos sobrepasa el metro con 83 centímetros. Ahora el anhelo de llegar a los playoffs recaerá del brazo y liderazgo del una vez "super estrella" universitario, una instancia alcanzada únicamente por la consistencia, una palabra que ha acechado durante toda la vida a Joey. La oportunidad de cambio es ahora.
Y ya está, el destino de los Atlanta Falcons ha tomado otro rumbo, y la hora de avanzar ha llegado. Las historias extra deportivas no le hacen bien a un equipo, pero vivir de los recuerdos tampoco colaboran a la causa. Si bien es cierto que, discutiblemente, Vick está algunos pasos adelantados que Harrington en ciertas fases del juego, existe una en que Joey deberá poner especial interés: una buena comunicación con sus compañeros de escuadra, una necesidad cada vez más importante en el mundo del football, más aún en su puesto.
Numeritos
Si Joey Harrington evita lesiones, y si el engranaje de la escuadra ofensiva se mantiene consistente como en el pasado, llámese lo anterior un año productivo de Warrick Dunn como corredor, el constante acecho de Alge Crumpler como ala cerrada y, entre otros, la sólida disposición de sus receptores, podríamos a fin de año hablar de una buena temporada para el mariscal. Ciertamente es mucho pedir, pero pronostico, bajo aquellas circunstancias, poco menos de tres mil yardas por aire, entre 17 y veinte touchdowns y alrededor de quince intercepciones.